En 2013, ya hubo polémica por el artículo “La subversión de las dietas”, del periodista estadounidense Gary Taubes, uno de los editores de daSciencee, autor del polémico libro “¿Why we get fat?” (¿Por qué ganamos grasa?), quien defendió su idea de que una dieta rica en grasas no es responsable de la obesidad y las enfermedades del corazón, sino de la cantidad de carbohidratos ingeridos.
Ahora un libro con nuevos estudios intenta de nuevo demostrar que puede ser posible abandonar esta creencia de que la grasa saturada es malo para la salud, especialmente el corazón. Según la publicación, incluso comer demasiada carne roja y mantequilla, por ejemplo, puede mantenerte saludable y joven.
El tema volvió a las discusiones después de que Nina Teicholz, una periodista estadounidense que siempre se ha preocupado por la alimentación saludable, se vio obligado a dejar eso a un lado cuando trabajó como crítica gastronómica. Las carnes grasas, las sopas de crema y todo lo que ella evitaba por ser obesa se ha convertido en parte de su menú diario. Resultado: perdió 4 kg y mantuvo su nivel estable de colesterol.
Entonces decidió investigar sobre el tema, lanzando el libro “The big fat surprise: why butter, meat and cheese belong in a healthy diet”, que en castellano es “Una gran gorda sorpresa: ¿por qué la mantequilla, la carne y el queso pertenecen a una dieta saludable”.
Las enfermedades cardíacas son la principal causa de muerte en todo el mundo. Vos probablemente has escuchado al menos una vez, que comer alimentos con grasas saturadas aumenta el nivel de colesterol en la sangre, haciendo que el riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebro-vascular aumente. Al menos estas son las recomendaciones dadas por las autoridades en la materia, tales como la American Heart Association.
La cuestión planteada ahora es si la grasa saturada es en realidad la culpable. Ancel Keys, un profesor de la Universidad de Minnesota, EE.UU., cuyo trabajo principal fue en la década de 1950,concluyó que la respuesta a no sufrir ataques cardíacos era comer menos grasa. Para ello, fue necesario reducir el consumo de la carne, leche y otras fuentes de la dieta de grasas saturadas. Los pocos escépticos de esta teoría fueron marginados durante décadas.
Sin embargo, investigaciones recientes revelan la falta de pruebas que dicen que la grasa saturada es responsable del desequilibrio en los niveles de colesterol o la incidencia de enfermedades del corazón. Sus conclusiones tratan de demostrar, una vez más, que el factor real que debería causar preocupación hoy en día es la insulina, hallada en los hidratos de carbono. Esto debido al índice glucémico, que es la velocidad a la que el cuerpo libera azúcar en la sangre. Cuanto mayor sea el IG de la comida, más rápido cae la glucosa en el torrente sanguíneo. El cuerpo tiene que liberar más insulina para contrarrestar este glucosa en la sangre alta. El gran consumo de hidratos de carbono simples hace que los niveles de insulina suban mucho, lo que sería perjudicial para el cuerpo.